En el momento en que se aproxima la temporada de calor, los bodies sin mangas se convierten en un esencial básico a fin de que tu bebé esté fresquito y cómodo. La versión más ligera se encuentra en los bodies de tirantes, ideales para los días más calurosos. A lo largo de los meses mucho más fríos, los bodies de manga extendida van a ser tus enormes aliados para mantener a tu pequeño abrigado sin sacrificar el estilo. También contamos con bodies térmicos diseñados singularmente para ofrecer una protección extra contra el frío, asegurando que tu bebé se sostenga cálido y cómodo en todo momento.

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… ¡En este momento veía varias manos! ¡Veía las garras oscuras curvándose sobre las yemas de los dedos! ¡Aquellasgarras medirían unos cinco centímetros y eran afiladas en la punta! —¡Podéis quitarros los sapatos! Un sábado por la tarde, en el momento en que Timmy se encontraba en la cama con gripe,decidí comenzar el tejado yo solo. Se se encontraba fenomenal allí arriba, a solascon las pálidas hojas nuevas, que estaban aflorando todo a mi alrededor.
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—ha dicho el señor Jenkins.La señora Jenkins levantó la visión, pero continuó realizando punto.—¿Qué ha hecho ahora ese granujilla? —ha dicho el señor Jenkins—. Unaincursión en la cocina, supongo.—Es algo peor que eso —dijo mi abuela—. ¿Podríamos proceder a algún sitiomás privado a fin de que se lo cuente? ¿Por qué razón debemos estar enprivado? —No me resulta simple explicarle lo que pasó —contestó mi abuela—.
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La señora Jenkins berreó todavía mucho más fuerte. Mi abuela, llevándome ensu mano, dio media vuelta y se fue del comedor. —le preguntó mi abuela al portero,un hombre prominente con un traje verde. Noté que su voz tenía exactamente el mismo tono duro y metálico que la de la hechicera ala que vi debajo del castaño, sólo que era mucho más fuerte y bastante,mucho más áspera. Refunfuñaba.Todo el mundo en la sala empezó a sacarse los guantes. Yo me fijé enlas manos de las que estaban en la última fila. Deseaba ver cómo eran susdedos y si mi abuela tenía razón.
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Lo único que han hecho esencogeros y poneros cuatro patitas y una piel peluda, pero no han podidotransformaros en un ratón 100 por paraiso roupa infantil ciento. Prosigues siendo tú mismo en todomenos en el aspecto. Sigues teniendo tu propia mente, tu cerebro ytu propia voz, merced a Dios.—Así que, de todos modos, no soy un ratón corriente. Soy algo de esta forma comouna persona-ratón. —¿De qué color eran los huevos? —pregunté.—Huevos morenos —dijo mi abuela—.

Las ranas no pueden escondersecomo los ratones. Ni correr como los ratones. Lo único que saben hacer, laspobres, es saltar torpemente.De pronto, la cara de La Gran Hechicera entró en mi campo de visión,mirando bajo la cama. De manera rápida, metí la cabeza detrás de la patade la cama.—Así que estáis ahí, rranitas mías —la oí decir—.
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Pero ahora yo era tan pequeño quetodo parecía distinto y tardé mucho tiempo en aprender a moverme por lacasa. El mío era un planeta de alfombras, patas de mesas y de sillas, y de lospequeños huecos que quedan tras los muebles grandes. Las puertascerradas no se podían abrir y las cosas que estuvieran sobre una mesa eraninalcanzables.Pero al cabo de unos días mi abuela comenzó a inventar cosas para hacermi vida un poco más simple. Le encargó a un carpintero que hiciera unascuantas escaleritas altas y estrechas, y puso una apoyada en todos y cada mesa dela casa a fin de que yo pudiera subir por ellas siempre que quisiera. Nopuedo argumentar cómo funcionaba, por el hecho de que no sé nada de electricidad, perohabía un botoncito en el suelo al lado de cada puerta, y cuando yo apretabaligeramente el botón con una pata, Output.Jsbin.com se encendía la luz. Frasquito, y corrí hacia la pared y me oculté detrás de una pata de la cama.Oí pasos sobre la alfombra. Asomé la cabeza y vi que las ranas estabanapiñadas debajo del centro de la cama.
—No me dejan fumar un puro —ha dicho ella—. Pero ahora verás en el momento en que sevayan.—Es un pájaro duro de roer —dijo la enfermera—. En unasemana va a estar levantada.La enfermera tenía razón. El médico me mencionó que me encargara de queusted descansara a lo largo de los próximos días.El médico ha dicho algo más. Fue como si hubiera dejado caer una bombasobre la abuela y sobre mí, cuando nos dijo que, bajo ningún concepto,debíamos correr el riesgo de viajar a Noruega ese verano.
Yo me imagino que La Gran Hechicera hace todo el dinero que quierey se lo reparte a las brujas de todas partes.—¿Y de qué forma hace el dinero extranjero? —pregunté.—Esas máquinas pueden llevar a cabo hasta dinero chino si deseas —dijo ella—. Es solo cuestión de apretar el botón indicado.—Pero, abuela —dije—, si absolutamente nadie ha visto a La Enorme Hechicera, ¿cómopuedes estar tan segura de que existe? Únicamente podíamos trabajar en ella losfines de semana, pero avanzábamos bastante. Comenzamos por el suelo,colocando unos tablones anchos entre 2 ramas muy separadas yclavándolos en ellas.
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Creemos que es imprescindible y crear un estilo en la habitación de tus niñas y niños. De esta manera consiguen gozar de sus heroínas cotidianamente. Esto crea una conexión día tras día con la actividad que aman y escogen para su historia. Mi abuela me hizo un cepillo de dientes diminuto, utilizando comomango una cerilla, en la cual clavó trocitos de cerda de uno de sus cepillosde pelo. Pero primero debo llegar al otro lado de la cocina y subirme alestante intermedio. ¡Se me ocurrió una gran idea! De nuevo, brinqué yenganché con la cola el asa del cubo de basura.
Mi casa es un castillo